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Vivir con cáncer

ivo.es El cáncer Vivir con cáncer

Las primeras fases de evolución de las afecciones oncológicas no suelen presentar síntomas. De ahí que, para muchos afectados, descubrir que tienen cáncer no sólo es un duro golpe, además es una sorpresa.

Superar el cáncer es un trabajo del cuerpo y la mente. 

El choque de recibir un diagnóstico positivo se puede asociar a sentimientos de miedo, rabia o tristeza. No conviene disimularlos ni reprimirlos. La mejor manera de disminuir el sufrimiento que puede conllevar la enfermedad es aceptarlos y comunicarlos. Naturalizar la situación le evitará soledades e incomprensiones que dificultarían el proceso oncológico.

Además, si insiste en hacer ver que nada sucede, que todo sigue igual, los sentimientos reprimidos pueden aparecer de la manera más inadecuada (en forma de ataque de ira o llanto, por ejemplo) en situaciones inapropiadas.

Lo mejor es que hable con sus familiares y amigos para informarles del diagnóstico y de los pasos que va a seguir. Además, conviene que confíe a una persona sus miedos y ansias frente a la enfermedad y su tratamiento porque, por un lado se descargará, y por otro, podrá observarlos con cierta distancia cuando aún son controlables. Esto le ayudará a encontrar y aplicar soluciones. Compartiendo, la carga ésta se hace más ligera.

En este sentido, es importante que se enfrente a las incidencias de su proceso una a una, para evitar la sensación de acumulación y hacerlas más manejables. Y sobre todo, es esencial que abandone toda idea de culpabilidad respecto a su enfermedad, aunque se haya expuesto a determinados factores de riesgo. El cáncer es fruto de una combinación de múltiples elementos, no es culpa suya.

Tampoco debe considerarse débil por sentirse deprimido o nerviosoSon sentimientos naturales frente a una enfermedad seria y, con el tiempo, la aceptación de la nueva situación contribuye a que desaparezcan. De no ser así, siempre puede acudir a un profesional para obtener una ayuda extra o recurrir a técnicas de relajación. Quizás lo urgente sea encontrar formas de afrontamiento a la situación que sean más adecuadas.

Y, por otra parte, es recomendable que comente con su médico su estado de ánimo, pues podría verse afectado por la acción de algunos tratamientos sobre los niveles hormonales del organismo. Además expresar al médico cómo se siente le permitirá entenderle mejor.

Para evitar sentimientos y pensamientos negativos, tenga siempre en mente que un enfermo es más que una enfermedad, es una persona. El cáncer no puede convertirse en el centro de su vida. Planifique actividades diarias que le acerquen a objetivos que le satisfagan y priorice sus obligaciones, respetando sus horarios para el cuidado personal y el descanso.

A este respecto, es importante que se deje cuidar. Decida con qué familiares y amigos usted desea y necesita compartir el proceso de su enfermedad. También ellos necesitan saber lo que le ocurre para poder actuar más apropiadamente. Esto les hará sentirse útiles mientras que usted obtendrá asistencia y apoyo.

Una buena oportunidad de hacerlo son las pruebas, consultas externas y sesiones de tratamiento. Es recomendable que acuda acompañado, entre otras cosas porque sus familiares pueden ayudarle a retener y comprender la información que le transmita el personal médico sobre su proceso.

Hay pacientes que prefieren saber lo mínimo sobre su caso para evitar angustiarse. Otros, en cambio, necesitan conocer con detalle los tratamientos que se le aplican para evitar la ansiedad de la incertidumbre. De ahí que la comunicación con el equipo médico que le trata sea un punto fuerte para enfrentarse a la enfermedad oncológica. Explíquele qué grado de información necesita y utilice una libreta de notas para apuntar sus síntomas, evolución y preguntas, a fin de no caer en olvidos durante las consultas.

Fuera de ellas, es inevitable que escuche o encuentre comentarios respecto al cáncer entre sus conocidos y amigos o en los medios de comunicación. Esfuércese en prestar atención sólo a aquellos que provienen de fuentes contrastadas, fiables y, sobre todo, nunca olvide que cada paciente experimenta el cáncer y sus tratamientos de manera personal. Esto le ayudará a evitar comparaciones.

Una vez comience el tratamiento de su caso, intente centrarse en lo que conoce de él, no en anticipaciones sobre cómo puede afectarle, y no pierda de vista el objetivo con que se aplica: su curación.

Es posible que experimente efectos secundarios que afecten a su salud y/o su ánimo. Recuerde que son temporales, que desaparecerán cuando cese el tratamiento y que el malestar que producen no es el de la enfermedad en sí. Puede que esté mejorando sensiblemente de su proceso oncológico aunque el tratamiento le produzca molestias físicas.

A la hora de enfrentarse a las diversas técnicas y fármacos que se aplican contra el cáncer, debe cuidar al máximo su salud para ofrecer un organismo lo más resistente posible.

Por todo ello es aconsejable evitar el tabaco y consumo de bebidas que contengan alcohol, el sobrepeso, la sobreexposición solar, seguir una “dieta mediterránea”, hacer ejercicios y respetar unos horarios de descanso.

Es muy probable que también su vida sexual sufra cambios. Esto puede ser debido a las reacciones emocionales asociadas al diagnóstico de la enfermedad y también a las posibles secuelas físicas de sus tratamientos. Con frecuencia, la pérdida de interés o las disfunciones pueden desaparecer una vez finalizado el tratamiento. Pero si persisten, no olvide que la sensibilidad siempre permanece aunque cambien algunos aspectos de sus relaciones. La sexualidad es una forma más de comunicación con su pareja por lo que se pueden introducir (con la ayuda de un psicólogo en el caso de que sea necesario) nuevas y diferentes formas de relacionarse. Todo ello, mejorará la sensación de bienestar personal.

Además de estos cambios, y una vez finalizados los tratamientos también puede sentir la amenaza de que el cáncer vuelva a aparecer, sentir miedo a volver a pasar por lo mismo, a no poder superar nuevamente la enfermedad, a no poder aguantar de nuevo los tratamientos. Este miedo también se conoce como el Síndrome de la espada de Damocles, y se puede describir como la sensación de vivir con una constante incertidumbre y miedo a la recaída de la enfermedad, especialmente ante las situaciones como las revisiones y controles médicos o ante cualquier nuevo dolor o molestia física.

Sin duda se trata de un tiempo de profundo cambio en la vida de la persona. Uno no entiende por qué le “ha tocado” tener esta enfermedad, qué ha podido hacer para que esto ocurriera y lo más importante, se preguntará cómo salir de ella. Muchas personas que pasan por un cáncer relatan que sus vidas efectivamente han cambiado, pero para mejor. Cambia la jerarquía de valores y con ello se permiten decidir vivir una vida más coherente de acuerdo a sus necesidades, y por lo tanto más auténtica. Es decir, si se quiere, puede ser una oportunidad para una vida más plena. En la actualidad, esta experiencia se define con el término crecimiento postraumático.

Aún así, si se da cuenta de que estos temores y cambios, le desbordan y no le dejan normalizar su vida, considere la posibilidad de solicitar ayuda a un profesional. La Fundación IVO, consta de un equipo de psico-oncólogos preparados para ayudarle a manejar estas situaciones de miedo e incertidumbre.

Al principio lo normal es revivir la experiencia inicial del diagnóstico pero en esta ocasión las reacciones emocionales seguramente van a ser más intensas. En este momento surge el miedo a que los tratamientos no sean suficientemente eficaces, a no ser capaz esta vez de superarlo y a sentir de una manera más desgarradora la incertidumbre, la tristeza…
Una recaída supone una nueva complicación en el proceso de curación, pero por difícil que le parezca puede seguir teniendo las riendas de su vida y de la enfermedad. Tras un periodo de adaptación a la nueva situación, se pueden plantear nuevos objetivos que irán cambiando a lo largo del proceso.

El cáncer se concibe en la actualidad como una enfermedad crónica con tratamientos cada vez más individualizados a los que se incorporan constantemente los nuevos descubrimientos científicos. Los avances en los métodos diagnósticos y tratamientos permiten que hoy día pueda controlarse y/o cronificarse la enfermedad en un importante porcentaje de casos. Pero no olvide que usted es el protagonista de su vida, no la enfermedad.

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