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Ejercicio, nutrición y salud mental: aliadas en el cáncer de mama

F.-GAVILA, BAÑULS, SCOROJANU Y DEL CERRO

19 octubre, Día Mundial Contra el Cáncer de Mama

Según las estimaciones de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) y la Red Española de Registros de Cáncer (REDECAN), en 2025 se diagnosticarán en España más de 37.000 nuevos casos de cáncer de mama, lo que lo consolida como el tumor más frecuente en el mundo entre las mujeres, superando por primera vez al cáncer de pulmón.

Con motivo del Día Mundial del Cáncer de Mama, conversamos con expertos del Instituto Valenciano de Oncología (IVO) para conocer cómo los avances terapéuticos, los programas de prevención y el creciente impulso del bienestar integral están transformando el abordaje de esta enfermedad, que, aunque registra un aumento en su incidencia, ha logrado duplicar las tasas de supervivencia.

En las últimas tres décadas, la tasa de cáncer de mama ha mostrado un incremento constante, con un aumento anual del 2-3%, incluso entre mujeres menores de 45 años, aunque la mayor prevalencia sigue estando entre los 45 y 65 años. Según explica el Dr. Joaquín Gavilá, jefe del Servicio de Oncología Médica del IVO, este incremento responde a factores como el envejecimiento de la población, los cambios en los estilos de vida y los patrones reproductivos, así como el uso prolongado de la terapia hormonal sustitutiva en mujeres posmenopáusicas.

La prevención, clave para frenar la tendencia ascendente

Ante este escenario, la prevención se consolida como la herramienta más eficaz para reducir tanto la incidencia como la mortalidad del cáncer de mama. Desde el IVO recuerdan la importancia de actuar en dos frentes: la prevención primaria y la prevención secundaria.

La prevención primaria engloba todas aquellas medidas dirigidas a disminuir el riesgo de desarrollar la enfermedad. “Si bien existen factores no modificables como la predisposición genética, la edad o determinadas circunstancias hormonales, hay otros que sí pueden controlarse”, explica el Dr. Gavilá.

Entre ellos destacan la alimentación, el peso corporal, la actividad física y los hábitos de vida. Seguir una dieta equilibrada, rica en alimentos frescos, frutas, verduras, legumbres, cereales integrales y grasas saludables, junto con una vida activa y el mantenimiento de la masa muscular, ayuda a reducir la inflamación y el riesgo de desarrollar cáncer. Por el contrario, el consumo de alcohol y tabaco, una dieta rica en grasas y azúcares, el exceso de peso, la falta de actividad física y el uso prolongado de terapia hormonal sustitutiva se asocian con un mayor riesgo.

Por su parte, la prevención secundaria se centra en el diagnóstico precoz. Los programas de cribado poblacional mediante mamografía son determinantes en la lucha contra el cáncer de mama, ya que permiten detectar tumores en fases iniciales, incluso antes de que aparezcan síntomas.  “El diagnóstico precoz salva vidas, porque nos permite actuar antes de que la enfermedad se extienda”, insiste el oncólogo.

Junto a la prevención, la investigación constituye el tercer pilar sobre el que se sustenta el avance terapéutico frente al cáncer de mama. Gracias a ella se han conseguido progresos decisivos en el conocimiento biológico del tumor, la clasificación molecular, el desarrollo de terapias dirigidas, la inmunoterapia y la incorporación de biomarcadores predictivos, que permiten una medicina cada vez más personalizada.

Más allá del tratamiento: cuidar y acompañar al paciente a lo largo del proceso

Conscientes de que “no solo es importante curar, sino también cuidar y acompañar al paciente”, el Instituto Valenciano de Oncología ha puesto en marcha la Unidad de Bienestar IVO, un espacio concebido para mejorar y completar la atención integral que reciben las personas con cáncer. Esta unidad aborda áreas esenciales implicadas en el proceso oncológico y en la calidad de vida del paciente, mediante un enfoque que integra disciplinas de sólida evidencia como la nutrición, el ejercicio físico, la fisioterapia y la salud mental.

 “Queremos acompañar al paciente en todas las etapas del proceso oncológico: desde el diagnóstico inicial hasta la reincorporación a su vida cotidiana dando respuesta a las distintas necesidades que surgen en las diferentes etapas de la enfermedad”, explica el Dr. Gavilá.

El diagnóstico de cáncer de mama genera un fuerte impacto emocional tanto en la paciente como en su entorno. La Unidad de Salud Mental del IVO, formada por psiquiatra y psicólogas, se ocupa de atender tanto los aspectos psicológicos como las necesidades de adaptación que surgen a lo largo del proceso de la enfermedad. “El psiquiatra oncológico evalúa los efectos del cáncer en la esfera emocional. Atiende trastornos tales como la depresión, ansiedad, insomnio o el síndrome confusional agudo, diferenciando los síntomas de la enfermedad de los efectos secundarios del tratamiento, y ajustando la medicación de forma segura”, señala la Dra. María del Cerro, Psiquiatra del IVO.

“La labor de la psicooncología es acompañar a la paciente en su proceso vital, proporcionándole el apoyo integral necesario para reenfocar su vida. La aceptación, el reajuste de valores y la creación de nuevos objetivos serán prioritarios para enfrentar estos cambios que supone el diagnóstico de un cáncer. No hay que olvidar el papel del acompañante, pieza clave para la paciente, ayuda a sostener, aliviar, reforzar y a veces confrontar los momentos difíciles”, detalla Pilar Llombart, psicóloga del IVO.

Fisioterapia

La fisioterapia oncológica desempeña un papel fundamental en la prevención y tratamiento de complicaciones derivadas de la cirugía, la radioterapia o la quimioterapia, como el linfedema, la fibrosis o la fatiga.” El objetivo es restaurar, mejorar y mantener una capacidad funcional optima de la persona, así como prevenir/ tratar y minimizar los efectos secundarios derivados de la enfermedad y sus tratamientos a lo largo de todo el proceso oncológico, mejorando de esta manera la calidad de vida, independencia y bienestar”, indica Elisa Bañuls, fisioterapeuta del IVO.

Ejercicio físico

El ejercicio físico, planificado y supervisado por profesionales, mejora la tolerancia a los tratamientos, reduce los efectos secundarios y aumenta la supervivencia. “Es importante mantener una actividad física regular, adaptada a las condiciones de cada paciente. Diversos estudios demuestran que caminar al menos 30 minutos al día puede reducir el riesgo de recurrencia hasta en un 30%, además de mejorar la calidad de vida durante y después del tratamiento y aliviar efectos adversos de la quimioterapia que se presentan en la mayor parte de los pacientes como puede ser la astenia, el cansancio y la fatiga, señala María Elena García, licenciada en Ciencias de la Actividad Física y Deporte. 

Nutrición

En el ámbito de la nutrición, una alimentación adecuada resulta esencial para mantener la fuerza, prevenir la desnutrición y mejorar la tolerancia a los tratamientos ante el cáncer de mama. Las dietistas-nutricionistas del IVO elaboran planes alimentarios individualizados en cada fase de la enfermedad, teniendo en cuenta las necesidades metabólicas, el estado nutricional y los posibles efectos secundarios de la medicación o de los tratamientos oncológicos.

“Mantener una buena masa muscular y controlar la grasa abdominal son factores clave para reducir el riesgo de recaídas y complicaciones”, apunta Iulia Scorojanu nutricionista del IVO, quien subraya la importancia de una intervención nutricional personalizada y continuada como parte del abordaje integral del paciente.

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